Los ojos están conectados directamente al corazón. La calidad de este cableado se mantiene intacto, y es de oro. La razón principal por la cual esta conexión está hecha de este material, es porque es el único capaz de traducir todas las miradas que recibe, transformándolas en películas que viajan como pececitos por un tubo al ritmo de cada pulsación de vida que las lleva hasta el corazón. Y éste, de forma milagrosa, las convierte en diminutas semillas que germinan con los años. Tristemente, no todas las miradas logran florecer.

La boca se conecta a las manos. Especialmente a la mano que empuña la pluma, la espada, la que tira la piedra, o esa que se ancla de la mano de otra persona. La conexión no se ve afectada si eres zurdo, diestro o ambidiestro. Si lees detenidamente lo que la boca dice, podrás notar que el pez también muere por lo que escribe.

Cada oído tiene una conexión independiente que va directamente hacia el estómago. Es decir, los oídos no están conectados entre sí. Es por eso que al oído derecho nunca le llegan los buenos consejos que recibe tu oído izquierdo, porque estos son evacuados antes de poder cumplir su milagro.

La nariz mantiene una conexión rota y muy inestable con la memoria casi todo el tiempo. Y es debido a este defecto de fábrica, que no a todos los recuerdos se les puede sentir el perfume que traen puesto. Aunque si tenemos suerte, podemos ver, o incluso sentir, a los fantasmas.

La conectividad del tacto es la más peculiar, porque suele estar interconectada, sin cables, a los otros cinco sentidos que habitan en el pecho de alguien más.

Fin.-

Compartido por Frank